Descansa con la oracion de los salmo
PALABRAS  DE ALIENTO PALABRAS DE ALIENTO
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 Published On Sep 17, 2024

Padre Celestial, Dios de toda gracia y misericordia, vengo ante tu presencia con un corazón lleno de gratitud y reverencia, inspirado por las palabras de tus Salmos que han sido para generaciones un refugio, un consuelo y una guía. Me uno a las voces de aquellos que han clamado a ti a lo largo de los siglos, expresando sus alabanzas, sus quejas, sus peticiones y sus más profundas emociones. Hoy, Señor, quiero levantar una oración basada en los Salmos, recordando tus promesas y meditando en tu fidelidad eterna.
Señor, tu nombre es glorioso en toda la tierra, y me maravillo ante la obra de tus manos. Como dice el Salmo 8:1, "Oh Jehová, Señor nuestro, ¡cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!" Cuando miro los cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, me asombro de que un Dios tan majestuoso y poderoso se fije en nosotros, seres humanos frágiles y pequeños. Pero, oh Dios, tú nos coronas de gloria y honor, y nos haces señores de la creación. Por eso, Señor, mi alma se regocija en ti, porque tú eres grande, y tu majestad es incomparable.

Los cielos cuentan tu gloria, como lo proclama el Salmo 19:1, y el firmamento anuncia la obra de tus manos. Cada día, el cielo susurra tu grandeza, y cada noche revela tu sabiduría. No hay palabras suficientes para describir tu poder, pero toda la creación da testimonio de tu existencia. Te alabo, Señor, porque eres el Creador, y todo lo que existe fue hecho por ti y para ti.

"De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan," proclama el Salmo 24:1. Todo lo que vemos y lo que no podemos ver te pertenece, oh Dios. Desde las montañas más altas hasta los océanos más profundos, todo da testimonio de tu poder y autoridad. Por eso, Señor, te alabo con todo mi corazón. Reconozco que tú eres Dios, como lo dice el Salmo 100:3: "Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado."

2. Alabanza por tu misericordia y bondad (Salmos 23, 33, 103, 136)
Señor, mi corazón te alaba porque eres mi Pastor, como lo declara el Salmo 23:1: "Jehová es mi pastor; nada me faltará." Me guías por sendas de justicia, y aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me infunden aliento. Preparas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores, y mi copa está rebosando de tus bendiciones. Sé que tu bondad y misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y habitaré en tu casa por siempre.

Tu palabra es recta, y toda tu obra es hecha con fidelidad, como lo proclama el Salmo 33:4. A lo largo de la historia, has demostrado que eres fiel a tus promesas, y por eso mi confianza está en ti. Tu misericordia es como un manto que me cubre, y no hay lugar donde pueda esconderme de tu amor inagotable.

El Salmo 103:8 proclama: "Misericordioso y clemente es Jehová, lento para la ira y grande en misericordia." Señor, te alabo por tu paciencia conmigo, por las veces que has perdonado mis pecados y me has levantado cuando he caído. Tú no nos tratas conforme a nuestras iniquidades, sino que, como el padre se compadece de sus hijos, así te compadeces de nosotros. Tan lejos como está el oriente del occidente, así has alejado de nosotros nuestras transgresiones.

Tu misericordia es eterna, como lo dice el Salmo 136:1: "Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia." Cada día de mi vida es una oportunidad para experimentar tu amor. No importa cuán grande sea el desafío o la prueba que enfrente, sé que tu misericordia nunca se agotará. Por eso te alabo, Señor, y mi corazón canta de gratitud por tu amor que nunca falla.

3. Petición de protección y refugio (Salmos 27, 46, 91, 121)
En medio de la angustia y el peligro, Señor, confío en que tú eres mi luz y mi salvación, como lo declara el Salmo 27:1: "Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?" Aunque un ejército acampe contra mí, mi corazón no temerá. Aunque se levante guerra contra mí, en ti estaré confiado. Sé que, en el día de la tribulación, me esconderás en tu tabernáculo; en lo reservado de tu morada me esconderás, y sobre una roca me pondrás en alto.

Dios es nuestro refugio y fortaleza, proclama el Salmo 46:1, "nuestro pronto auxilio en las tribulaciones." Aunque la tierra tiemble y los montes se desmoronen en el corazón del mar, no temeremos, porque sabemos que tú estás con nosotros. Eres un refugio seguro en tiempos de adversidad, y en tu presencia encontramos la paz que el mundo no puede darnos. Señor, en medio de las tormentas de la vida, me aferro a tu promesa de que nunca me dejarás ni me abandonarás.

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