Frente al Nahuel Huapi emerge uno de los restaurantes icónicos de Bariloche y dueño de unas milanesas que rankean como las mejores de la ciudad. 

La historia cuenta que el lugar nació como pensión con comida en los años ’40. “Esto era un baldío, fue mi abuelo Albino Pison, un inmigrante italiano de la zona de Belluno quien lo construyó”, cuenta Mario, heredero del establecimiento.

“Era una época dura. No había gas, todo se manejaba con leña. Y lo que se comía eran cosas simples, pastas, polenta. También era difícil conseguir carne”, recuerda Mario. 

Breve pero especial, la carta de La Fonda del Tío propone los siguientes imperdibles: puchero, guiso de lentejas (con chorizo colorado y panceta), peceto con puré, canelones a la rossini, mondongo a la española y pollo a la portuguesa. 

Sus almuerzos pueden arrancar con empanadas de cordero cortadas al cuchillo, seguir con el plato de trucha (el único pescado que se sirve) y por supuesto incluir la vedette de la carta: la milanesa a la napolitana (o en su reemplazo, una suprema a la suiza) que pesa casi un kilo.

En La Fonda del Tio los platos desbordan del plato y también las emociones, como desde los años ‘40 cuando arrancaron, como desde siempre.