"Hermanos de monte y alma"

Tal vez que me conmoviera
su natura tan lejana.
O tal vez su ingenuidad
tan salvajemente hallada.
O una caricia de espina
me hizo fijar la mirada.
Monte adentro, silencioso,
orillando una cañada,
un ñandubay le decía
a un guayabo su plegaria:

Guayabo hermano de siempre,
hermano de monte y alma.
Desde la misma naciente 
abraza'o savia con savia.
Con tu raíz en mi suelo 
y entrelaza'o en mis ramas,
con las copas de los vientos
y un cielo de trinos y alas.
Prestame hermano tu fibra 
que yo te doy mi esperanza,
una fronda con nidales
y el canto de mil calandrias.
Permitime que me aferre 
al tallo de tus entrañas
que hay que aguantar la tormenta 
de pie junto a nuestra patria.

Arisco dulzor del monte,
rubio panal, lechiguana
Se suavidad y tibieza
y se miel en mis palabras.
Que en el zumbido profundo
de la verdad, que hace falta,
vaya dulzura en tu vuelo
misturado con tus lanzas,
para avivar a mi pueblo
que en un letargo desangra.
Yo he de brindarte mis flores
y hasta el néctar de mis chauchas
pero prestale tus mieles 
al corazón de mi patria.

Erosión de tierra virgen
de antiguas lluvias, cañada.
Permitile tu frescura  
al humus de mi comarca,
que, lentamente, el desierto
del virus de la ignorancia
le está secando las sedes
de ser libres como tu agua.

Querida patria Argentina 
tus lágrimas son mis lágrimas.
Yo te presto mis espinas
pa' protegerte del maula.
Podes contar con mi vida,
con mi madera y mis llagas.
Con mi sombra, si una siesta
de algún raudo enero te halla
y te quebranta y fatiga
por todo lo que nos pasa. 

Por venderte y ultrajarte
te pido perdón mi patria,
en nombre de los hermanos
argentinos que no te aman.
Y desde el medio del monte
donde nací, te doy gracias...
de un Ñandubay de tus selvas,
que en un Guayabo te abraza.

Facundo Antonio Díaz
Invierno 2017 - Federal E. Ríos