Cuando hablamos de la dieta alcalina, el primer concepto que debemos entender es que cualquier alimento cocinado es ácido, porque la cocción elimina el oxígeno, incluyendo a los vegetales, que en crudo aportan oxígeno, pero cocinados, no.
Esto no quiere decir que cocinar los alimentos sea malo, sino todo lo contrario ya que en muchas ocasiones, es necesario para obtener los nutrientes que llevan dentro.
En el caso de la célula vegetal, tiene una membrana de celulosa altamente resistente que necesita cuatro ataques químicos para romperla y conseguir su contenido: proteínas, grasas, azúcares, minerales, oligoelementos y elementos en trazas, y vitaminas, excepto las TERMOLABILES, que se degradan.
Cuando ingerimos alimentos en crudo, obtenemos precisamente ese tipo de vitaminas, gracias a una buena masticación.
La dieta ideal para el ser humano es 85% vegetal y 15% animal.
Por ese motivo, la dieta mediterránea es una de las más equilibradas ya que suele estar constituida por un entrante elaborado con hortalizas crudas (ensaladas), un segundo plato que habitualmente es un guiso de carne, pescado o legumbres con verduras, y un tercer plato o postre que suele ser una fruta fresca.
Esta dieta cubre perfectamente el cuadro nutricional y el pH, ya que encontramos dos platos alcalinos (crudos) y uno ácido (cocinado).
Lo que tenemos que tener en cuenta es el cómputo final de los alimentos que hemos ingerido a lo lardo del día, así de sencillo, y con la dieta mediterránea estamos consiguiendo la dieta alcalina perfecta para nuestro organismo.