[Diálogo con el P. Byron Cadmen, del canal ‪@UnPadrecito‬]

* Una parte importante de lo que vemos a nuestro alrededor tiene su origen en la idea que tenemos de lo que significa ser humano; es exactamente de lo que trata la antropología cristiana.

QUÉ ENSEÑA LA ANTROPOLOGÍA CRISTIANA

* Puntos esenciales de la antropología cristiana son:

1. Somos creaturas; obra de Dios Creador. Por consiguiente, nuestro futuro, nuestra felicidad y la posibilidad misma de obrar en justicia dependen de reconocer lo que hemos recibido como seres creados.

2. La especie humana existe en dos sexos biológicos, que están en cada una de nuestras células. Existimos como varones o como mujeres, y así somos distintos y complementarios.

3. El pecado, que es rebelión contra el Creador y por lo tanto guerra contra nosotros mismos, ha afectado lo profundo de nuestro ser y es la explicación última de los males que nos causamos los seres humanos unos a otros.

4. Nuestras solas fuerzas no bastan para vencer la fuerza del pecado. Es decir: la auténtica virtud está más allá del alcance de nuestras capacidades: ni nuestra inteligencia puede lograr planes perfectos de recuperación de la humanidad, ni nuestra voluntad puede seguirlos hasta el final.

5. Dios en su amor infinito nos ha dado, por pura misericordia, la posibilidad de una vida reconciliada con Él y con nosotros mismos, por la acción de su gracia en nosotros; gracia que es regalo de amor del sacrificio redentor de Jesucristo, su hijo Unigénito.

6. Somos llamados a una vida nueva ya desde esta tierra pero la plenitud del don de Dios sólo tendrá su cumplimiento en la gloria del Cielo.

¿POR QUÉ ALGUNOS DE NUESTROS PASTORES HAN RENUNCIADO A ESTAS ENSEÑANZAS?

Por varias razones:

1. Por cansancio, ante la sensación de que la predicación es estéril;

2. Por una falsa interpretación de la misericordia, con el deseo de que al cambiar las exigencias del Evangelio se podrá llegar a más corazones y entonces lograr que nadie se sienta excluido;

3. Por incoherencia personal de vida en los pastores, que se sienten descalificados moralmente en su conciencia por sus propias faltas.

¿QUÉ HACER FRENTE A ESTA SITUACIÓN?

1. Distinguir entre aquellos que de alguna manera "están buscando" la verdad sobre Dios y sobre el hombre y los que en realidad no lo buscan. A los primeros hay que abrirles oportunidades de conocer los tesoros de sabiduría propios de nuestra fe y nuestra Iglesia.

2. Entre los que no buscan la verdad sobre Dios y sobre el hombre también hay que distinguir: los que no son agresivos, hay que dejarles abiertas las puertas del diálogo con una cierta cordialidad, mientras oramos por ellos y esperamos a que se encuentren con la realidad;

3. En cuanto a los que no buscan pero sí atacan, es preciso exigir respeto y dar la información estrictamente necesaria para impedir calumnias y propagación de mentiras.

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