En el corazón de una remota cordillera, donde las cumbres nevadas se mezclan con el cielo azul claro y el aire es tan puro que cada respiración se siente como un regalo, se encontraba el Monasterio de la Paz Eterna. Este monasterio, enclavado en la cima de una montaña solitaria, había sido un santuario de serenidad y sabiduría durante siglos. Los monjes que habitaban en él dedicaban sus vidas a la práctica del Dharma, meditando y enseñando los principios de la paz interior y la aceptación.
Uno de estos monjes era Kiran, un joven de espíritu inquieto que había llegado al monasterio con grandes aspiraciones de alcanzar la paz interior. A pesar de la belleza y tranquilidad que lo rodeaban, Kiran se encontraba constantemente perturbado por un torbellino de pensamientos y emociones. Las preocupaciones sobre el pasado, el presente y el futuro no le permitían disfrutar de la serenidad que buscaba. El ruido constante de su mente le impedía encontrar el equilibrio y la paz que tanto anhelaba.

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