Uno de los mayores obstáculos son las representaciones, profundamente interiorizadas, que las mujeres tienen sobre la violencia intrafamiliar y los roles de género, que son concebidos como naturales, inmutables, indiscutibles. De allí que muchos de los hechos violentos sean justificados y minimizados.
Como tienen dificultades para reconocer su sumisión es frecuente que no puedan vincular esta violencia con el ejercicio de poder masculino, sino que la atribuyan a causas ajenas al problema, como lo son la pobreza o el alcoholismo.